Los procesos legales desde la imposición de una orden de restricción demoran en promedio 3 años hasta que un/a progenitor/a impedido/a injustamente logra el sobreseimiento. Luego, el proceso de revinculación puede demorar hasta 3 años más, cuando se logra, ya que la justicia no suele ser eficaz al reparar el daño que causa con su lento accionar.
Durante todo ese tiempo esa infancia no es contenida psicológicamente por el estado ni por el sistema judicial y escucha solo la versión del denunciante sobre los motivos por los cuales ya no debería ver a la otra parte de su familia. Esos 5, 6 años en la niñez no solo representan una gran parte de su infancia, también en la vida de abuelos y abuelas, que a veces fallecen esperando volver a ver a sus nietos.
Un efecto colateral de esto es que muchas veces las infancias tras la ausencia de explicaciones o escuchar solo una versión de la situación, sumando el largo tiempo transcurrido hasta que finalmente es escuchado en sede judicial, sus opiniones y sentimientos pueden volverse negativos contra esa familia que hace tanto tiempo no ve. Muchas veces crece hasta tener la edad de ser «escuchado» por el tribunal y esa infancia ya no quiere contactarse con la parte de la familia que para el «lo abandonó» o es «mala» según el discurso recibido por quienes ostentan su cuidado.